Un Camilo para la paz y no la guerra
Por | Jacinto Pineda / Director (E) ESAP Boyacá Casanare
Nada, ni ningún argumento puede ocultar que Camilo Torres Restrepo fue un futuro perdido en los laberintos y absurdos de la lucha armada en Colombia. Hoy debe ser camino para la paz y no para la guerra.
Murió en su primera acción guerrillera, tras correr veloz e ingenuamente a tomar el fusil de un militar que yacía muerto, en aquella emboscada de 15 de febrero de 1966, en la vereda patio cemento del municipio de San Vicente de Chucurí (Sant). Quizá su afán por obtener el trofeo más preciado, el fúsil de su “enemigo”, en aquellos años de romanticismo guerrillero, precipitó su muerte. Solo cuatro meses duró su vida dentro de las filas guerrilleras, en una opción que genera debate, la cual es de lamentar y juzgar pero bajo las complejidades de sus tiempos. Camilo Torres Restrepo, el cura guerrillero, es él y sus circunstancias en un momento histórico obnubilado por la lucha armada, donde varias de nuestras mejores generaciones han encontrado la muerte. Lo absurdo hoy es convertir su muerte en símbolo y causa para prolongar la guerra en este país; nada, ni ningún argumento puede ocultar que Camilo fue un futuro perdido en los laberintos y absurdos de la lucha armada en Colombia.
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