jueves, 2 de octubre de 2014
Tunja ¿ciudad fallida? - Periódico El Diario
DIRECTOR TERRITORIAL ESAP BOYACÁ CASANARE
sábado, 16 de agosto de 2014
LA SUPERACIÓN ONTOLÓGICA ENTRE SER HUMANO Y NATURALEZA
LA
SUPERACIÓN ONTOLÓGICA ENTRE SER HUMANO Y NATURALEZA
Presentación del libro “ciudad y
organización espacial
Por: Jacinto Pineda Jiménez
Una constante
recorre a los diferentes trabajos acuciosamente elaborados por investigadores
de las Universidades e Instituciones participantes en el primer simposio
Mexicano- Colombiano de investigación geográfica: la superación ontológica
entre ser humano y naturaleza. Dicotomía que llevó a las ciencias sociales a
disputas disciplinares compartimentadas; donde anclados en nuestros feudos
convertidos en trincheras, reclamamos victorias en grandes batallas que resultaron
ser simples escaramuzas; mientras nuestro objeto de estudio clamaba respuesta
ante el azaroso discurrir de los hechos.
En un constante trasegar entre surgir, morir y
resurgir de paradigmas la geografía, historia, antropología, sociología van
transitando desde las posturas tradicionales que concibieron el territorio como
unidad fija y absoluta del espacio soberano, o la geografía cuantitativa que convirtió la ciudad
en un plano euclidiano, donde predomina la importancia
de las frecuencias estadísticas haciendo que las personas se conviertan en
anónimos dentro de las cifras y una geografía humana sin hombres a los debates
recientes que ofrecen una alternativa de interpretación diferente a ese
pensamiento fragmentado, unilateral, que privilegia los aspectos del mercado y
desde donde media un modelo determinado. En este sentido hoy la ciudad es
considerada como una realidad compleja y diversa. Atendiendo al concepto de
Castoriadis, de la ciudad como un magma, ésta (la
ciudad) obedece a una lógica basada en la inderterminidad o posición permanente
de nuevas determinaciones. Esta comprensión esta dirigida siempre al desafío de
crear un pensamiento complejo que sea capaz de dar cuenta, de hacer pensar una
dimensión creadora o poiética, de ruptura y surgimiento de lo nuevo, a nivel
físico, del ser, y de lo histórico-social, análisis en el cual la imaginación radical y la autonomía ocupan un lugar decisivo, es decir la
ciudad se escapa a una mirada de organización racional.
El libro nos sumerge en el incesante
debate sobre la ciudad que desde la geografía abre caminos a la comprensión de ésta
en Latinoamérica. Fenómenos como el proceso de urbanización, global e
irreversible, pero con connotaciones particulares en México y Colombia, son
estudiados con novedosas interpretaciones. En América Latina actualmente 3 de
cada 4 personas viven en ciudades; en un
crecimiento
urbano caracterizado por la exclusión social, propia de nuestros modelos de desarrollo,
donde las condiciones de pobreza, desigualdad y violencia han incidido en la
naturaleza espacial de las ciudades.
De igual manera los Estados
se ha caracterizado por la imprevisión en la
planificación y su falta de
intervención, que han propiciado graves problemas de ordenamiento físico y
socioespacial, en los centros urbanos, como: segregación, hacinamiento, mala
calidad de las viviendas, deficiencia en la prestación de los servicios
públicos domiciliarios, entre otros.
Estos
problemas se despliegan en los distintos trabajos; por ejemplo Lourdes castillo
Villanueva, con su artículo “Crecimiento Espacial de la ciudad de Chetumal”
inserta las dinámicas de crecimiento espacial, como la expresión física del
crecimiento poblacional en torno a su proceso de urbanización y de expansión
evaluando los indicadores de calidad de vida, derivando así de las tendencias
en estos factores que presenta América latina y su dinámica.
Destaco
también la aproximación que hace David Velásquez sobre “geografía, ciudades y autopoiesís”,
concepto que genera un nuevo significado de la geografía de las ciudades,
dándole así un enfoque hacia una sociedad sistematizada “una sociedad de la
información”, donde se conciben nuevos espacios en torno a las ciudades
centrales y sus periferias que están
determinadas por las dinámicas sociales, políticas y económicas, es decir
humanas.
En
cuanto a la “agrópolis” de Alberto Mendoza morales, constituye un concepto de
integración por ende, una armonía entre el campo y la ciudad, una propuesta
diseñada para la región andina Colombiana. Los análisis de Angel Masiris sobre el ordenamiento territorial en torno a su
importancia política y sus perspectivas en un mundo globalizado, pues de este
depende la planificación del mismo. En
general resaltamos los aportes hechos por el profesor Franz Gutierrez, Justo Rojas
López, Oscar Frausto, Thomas Ihl, Teresa Perdigón y Geiser Chale.; Mariela
Yeladaqui, Ligia sierra Sosa, Bonnie Campos Cámara y a Manuela Laguna Coral.
Debemos continuar asumiendo los retos de
nuestras cambiantes realidades, donde las reflexiones nos lleven a unas
ciencias sociales en las cuales el lenguaje
objetivizado de expertos y científicos se pueda traducir a un lenguaje
común accesible a todo el mundo. No podemos caer en un escenario de expertos donde
la producción académica es presentada como una perspectiva objetiva con la cual
nadie puede discutir realmente y que, al mismo tiempo, es intraducible a nuestra
experiencia común.
Finalmente no somos extraños a la generalizada pérdida de
confianza sobre el futuro; desde las ciencias sociales en muchas ocasiones
caemos en un escenario de pesimismo cuando por el contrario estamos llamados a
canalizar, a partir de los sueños y utopías,
un mejor futuro. La paz, justicia social y la educación deberán,
éticamente y científicamente determinar el norte, porque finalmente estamos
llamados a contribuir a los sueños de una América Latina posible y diferente.
Es decir reclamamos una ciencia con conciencia, una humanización de la ciencia
donde “otro mundo es posible”
Gracias
a todos aquellos que contribuyeron a la publicación de este libro, a los investigadores de instituciones como la
universidad de Quintana Roo, la universidad pedagógica y tecnológica de
Colombia, la sociedad geográfica de Colombia, el instituto de geografía de la Universidad Autónoma
de México y la facultad de estudios
regionales de la
Universidad de Varsovia; a los compiladores, David y Lurdes, de igual forma a quienes en la sombra
anónimamente posibilitaron tener en nuestras manos este libro que se ha de
convertir en derrotero y reflexión para la geografía y las ciencias sociales.
A
Ustedes Muchas Gracias
DIRECTOR TERRITORIAL ESAP BOYACÁ CASANARE
lunes, 21 de julio de 2014
BOYACÁ EMPOBRECE
47.095 boyacense durante el año 2.013 ingresaron a
la difícil condición de pobres, mientras 34.367 se sumaron a la lista de
quienes hacen parte de la indignante situación de extrema pobreza. En contraste
en el país contamos con 820.000 pobres menos y 556.000 colombianos salieron de
la condición de extrema pobreza. Para completar este panorama sombrío en el
departamento el coeficiente GINI, que mide la desigualdad en el ingreso,
aumentó al pasar de 0,532 en el año 2012 a 0.533 es decir, creció 0,001 puntos.
A la luz de las estadísticas hoy somos un departamento más pobre y desigual en
comparación con el año 2012.
Para el año 2013 el ingreso per cápita promedio en
el departamento de Boyacá fue de $391.566. Esto indica que una familia promedio
en Boyacá compuesta por cuatro personas tiene un ingreso de $1.566.264. Con
respecto al año 2012 el ingreso per cápita tuvo una disminución de 4,2%, es
decir nuestros ingresos cayeron por persona en 17.095 pesos. Una familia
boyacense tiene un ingreso promedio mensual de $1.566.264, una bogotana $3.819.924
y una colombiana recibe $2.150.880, lo anterior refleja las grandes brechas,
disparidades y desigualdades que caracterizan el desarrollo de Colombia.
Un hogar boyacense, compuesto por 4 personas, es
calificado como pobre si su ingreso está por debajo de $748.092. 500.232
boyacenses están en condición de pobreza, es decir per cápita tiene ingresos
inferiores a $187.023. Para ser calificado en extrema pobreza, un hogar
boyacense debe tener ingresos inferiores a $351.276, lo cual significa que 174.381
boyacenses, per-cápita, tienen ingresos inferiores a $87.819. Los datos son
números pero cada uno de ellos representan seres humanos que claman
intervención del Estado y la sociedad para superar la indignidad la que viven.
Gráfico
1.
La evolución de la pobreza extrema es la del
descenso más significativo durante el periodo 2002-2012, pues la reducción
alcanzó 28.2 puntos porcentuales, un esfuerzo que supera el colombiano. En 2013
el porcentaje de personas en situación de pobreza extrema para el departamento
de Boyacá fue 13,7%, mientras que en el 2012 fue de 11,0%, presentó un aumento
de 2,7 puntos porcentuales. (Ver gráfico 2)
Gráfico.2
Gráfica 3
A la luz de las estadísticas
hoy somos un departamento más pobre y desigual en comparación con el año 2012
POR
JACINTO PINEDA JIMÉNEZ,
Coordinador académico Territorial ESAP Boyacá Casanare.
Coordinador académico Territorial ESAP Boyacá Casanare.
47.095 boyacense durante el año 2.013 ingresaron a
la difícil condición de pobres, mientras 34.367 se sumaron a la lista de
quienes hacen parte de la indignante situación de extrema pobreza. En contraste
en el país contamos con 820.000 pobres menos y 556.000 colombianos salieron de
la condición de extrema pobreza. Para completar este panorama sombrío en el
departamento el coeficiente GINI, que mide la desigualdad en el ingreso,
aumentó al pasar de 0,532 en el año 2012 a 0.533 es decir, creció 0,001 puntos.
A la luz de las estadísticas hoy somos un departamento más pobre y desigual en
comparación con el año 2012.
Para el año 2013 el ingreso per cápita promedio en
el departamento de Boyacá fue de $391.566. Esto indica que una familia promedio
en Boyacá compuesta por cuatro personas tiene un ingreso de $1.566.264. Con
respecto al año 2012 el ingreso per cápita tuvo una disminución de 4,2%, es
decir nuestros ingresos cayeron por persona en 17.095 pesos. Una familia
boyacense tiene un ingreso promedio mensual de $1.566.264, una bogotana $3.819.924
y una colombiana recibe $2.150.880, lo anterior refleja las grandes brechas,
disparidades y desigualdades que caracterizan el desarrollo de Colombia.
Un hogar boyacense, compuesto por 4 personas, es
calificado como pobre si su ingreso está por debajo de $748.092. 500.232
boyacenses están en condición de pobreza, es decir per cápita tiene ingresos
inferiores a $187.023. Para ser calificado en extrema pobreza, un hogar
boyacense debe tener ingresos inferiores a $351.276, lo cual significa que 174.381
boyacenses, per-cápita, tienen ingresos inferiores a $87.819. Los datos son
números pero cada uno de ellos representan seres humanos que claman
intervención del Estado y la sociedad para superar la indignidad la que viven.
Ahora
frente a la evolución de la pobreza del periodo 2002 al 2013 podemos concluir
que en este último año la tendencia se reversó. En 2013 el porcentaje de
personas en situación de pobreza para el departamento de Boyacá fue 39,3%,
mientras que en 2012 fue 35,6%, presentó un aumento de 3,7 puntos porcentuales.
Ese terreno que habíamos acumulado en la lucha contra la pobreza desde el año
2002 hasta el 2012, que nos permitió una reducción de 31,6 puntos porcentuales,
lo que nos significó ser ejemplo en Colombia, en el año 2013 sufre un grave
tropiezo pues volvió a incrementarse el flagelo. (Ver gráfico 1).
La evolución de la pobreza extrema es la del
descenso más significativo durante el periodo 2002-2012, pues la reducción
alcanzó 28.2 puntos porcentuales, un esfuerzo que supera el colombiano. En 2013
el porcentaje de personas en situación de pobreza extrema para el departamento
de Boyacá fue 13,7%, mientras que en el 2012 fue de 11,0%, presentó un aumento
de 2,7 puntos porcentuales. (Ver gráfico 2)
Gráfico.2
Frente a la desigualdad del ingreso, medida por el coeficiente GINI, la situación para el departamento, como para el país, no es tan halagüeña. La evolución es irregular pero con tendencia a la baja en el periodo de 2002- 2013. En 2013, el GINI registró un valor de 0,533, mientras que en 2012 fue de 0,532, es decir, aumentó en 0,001 puntos. El coeficiente mencionado en Colombia para el año 2013 fue de 0.539, lo que significa que somos menos desiguales al promedio del país. Una sociedad con coeficiente (1) es de extrema desigualdad y (0) todos son iguales. Ver Gráfica 3
Gráfica 3
Ahora
los objetivos del milenio (ODM) de no revertir esta tendencia sin lugar a dudas
será muy difícil alcanzarlos. La pobreza, según los compromisos de los
objetivos del milenio para el 2015, debe ser de 28.5% y hoy es de 39.3%,
significa que distamos de 10.3 puntos porcentuales; de igual forma la pobreza
extrema para el 2015 debe estar en el 8.8%, es decir estamos a 4.9 puntos porcentuales.
4
departamentos de los 24 en la medición, se incrementó la pobreza y extrema
pobreza y hacemos parte de ellos. Una seria reflexión debemos hacernos como
departamento, las causas pasan por la crisis del sector agropecuario pero también,
en ocasiones, por una administración pública indolente ante la indignidad en la
que viven sus habitantes. Requerimos tanta capacidad institucional para
transformar recursos públicos en desarrollo como solidaridad, conciencia ética
en lo público y responsabilidad social del sector privado. Un convite contra la
pobreza y la desigualdad debe ser el gran propósito.
DIRECTOR TERRITORIAL ESAP BOYACÁ CASANARE
jueves, 24 de abril de 2014
Tutela Petro
DIRECTOR TERRITORIAL ESAP BOYACÁ CASANARE
sábado, 12 de abril de 2014
CASANARE:
LAS SEQUIAS QUE AHOGAN
POR: JACINTO PINEDA JIMÉNEZ, Coordinador Académico
Territorial, ESAP Boyacá- Casanare
Los desastres naturales son fenómenos
predominantemente humanos y sociales, es decir ni son tan naturales, ni
sobrenaturales, como algunos lo afirman. Es la actividad humana la que ha
construido y potencializado esta histórica vulnerabilidad ante los desastres naturales
sembrada sobre la prédica de una concepción economicista que nos ha llevado a
la destrucción de los ecosistemas bajo la lógica de la producción. En Colombia
buena parte de las decisiones públicas han estado marcadas por la expansión de
la frontera agrícola, la priorización de la explotación de los recursos
naturales y la urbanización desorganizada que se asentó sobre suelos de
protección, como humedales, rondas de los ríos, etc.
Por ejemplo, los siglos XIX
y XX se caracterizaron por las políticas de desecación de los humedales, lagos
y lagunas con la idea de insertar estos suelos a actividades agropecuarias.
Basta recordar el caso de la laguna de Fúquene la cual fue sometida desde 1822
a un proceso de desecación orientado por el propio Estado. Todos los esfuerzos
se concentraron en optimizar los sistemas de drenaje y de esta manera ampliar la frontera agrícola.
Igual suerte corrieron otros sistemas lagunares y ecosistemas que hoy nos
ubican como el segundo país en el mundo con mayor número de conflictos ambientales
y el primero en el continente americano, tal como lo señala un informe de una
importante ONG, a nivel mundial http://www.ejatlas.org/country/colombia
Las imágenes de un Casanare
en sequia solo puede ser el vaticinio de la suerte que correremos sino variamos
el rumbo. Los cambios climáticos, caracterizados por la ocurrencia de sequias y
lluvias extremas, golpean con mayor rigor los ambientes naturales frágiles que edificamos.
La convergencia de riesgo y vulnerabilidad agudizan el impacto, es decir
confluyen en un sitio determinado fenómenos forjados por la actividad humana que generan un cambio
en el medio ambiente y la imposibilidad de una población (humana y/o animal y/o
vegetal) para “absorber” los efectos de estos
cambios. Por ello el desastre ecológica del Casanare, donde se calcula la
muerte de 20.000 chigüiros y otras especies
de la fauna.
Para Boyacá el panorama es
sombrío, como ya lo advirtió el programa de las naciones unidades para el
desarrollo (PNUD), en reciente estudio acerca del cumplimiento de los Objetivos
del Milenio (ODM), los cambios climáticos tendrán un mayor efecto negativo
sobre el sector agropecuario, una de las actividades principales para el
departamento. La población rural por su vulnerabilidad está en el mayor riesgo
de verse afectado social y económicamente a raíz de las sequias y/o
inundaciones.
Hay que
prepararnos para lo irremediable, las evidencias científicas así lo demuestran,
pues el incremento de la temperatura, desencadenará una disminución ostensible
del agua superficial, pérdida de bosques y erosión de los suelos; esto
ocasionará que la agricultura y la ganadería no logren buenos niveles de
productividad, y que durante las temporadas invernales las crecidas e
inundaciones sean muy severas, afirma el PNUD.
Lo anterior
recrudecido por la indebida explotación minera y prácticas que afectan los
sistemas ambientales, como el cultivo de papa en zonas de páramo. El espejo del
Casanare debe llamar a la conciencia colectiva sobre los efectos negativos de
políticas públicas y prácticas particulares caracterizadas por un afán
desaforado por lo económico. Pueblos mineros inmersos en oleadas pasajeras de
riqueza que dejan en nuestras gentes violencia, pobreza, daños ecológicos
irreparables y una economía ficticia que al final no logra insertar los municipios
al desarrollo regional y nacional. Esta es la suerte que corremos si no
cambiamos el rumbo.
DIRECTOR TERRITORIAL ESAP BOYACÁ CASANARE
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