El uso perverso y morboso de
las emociones de concursantes en un programa de televisión de moda en el país
conduce a una reflexión ética y de la violencia intrafamiliar y sexual de los
boyacenses. Inmersos entre altercados y rivalidades el rating crece pero el
país empobrece en valores, pues la asunción de una ética orientada al éxito, no
importa el medio a través del cual se alcance, impone su lógica.
Preocupados de las rabietas
de un personaje del reality, muchos boyacenses pierden el horizonte de los
problemas públicos que debemos asumir como sociedad y dentro de ellos la
violencia en los hogares, que aunque disminuye lentamente, no dejan de ser un
reto para el futuro. En el año 2011, de acuerdo al instituto de medicina Legal,
la violencia intrafamiliar solo disminuyó en 52 casos en relación con el 2010; siendo
preocupante la violencia entre parejas que alcanzó la cifra de 2.503 casos,
convirtiéndose en el séptimo departamento en frecuencia. Embrujados por lo que
ocurre en la casa estudio olvidamos el infierno que viven cientos de hogares
boyacenses.
En medio de agresiones y la
intriga que rodea el reality, fabricadas y bien explotadas comercialmente, relegamos
la reflexión acerca de los 758 casos de violencia contra niños y niñas
registrados en el 2011, la cual nos ubica en el quinto departamento con mayor
registro. Quizá embelesados en el abuso mediática de la intimidad, omitamos que
en Boyacá en el 2011 se presentaron 586 casos de exámenes medico-legales por
presunto delito sexual, 16 más que en el 2010. De estos en el 81.95% de los
casos las víctimas fueron mujeres, el 75.37% las afectadas son menores de 14
años y el 50% de los agresores fueron los propios familiares. Mientras el país sufre y se apasiona por un
reality, en ocasiones por exorcizar su propia realidad, el departamento olvida
los violentados, especialmente mujeres, niños y niñas.
POR JACINTO PINEDA JIMÉNEZ,
DOCENTE ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA ESAP BOYACÁ CASANARE.
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