lunes, 27 de agosto de 2012

REALITY Y VIOLENCIA EN BOYACÁ


El uso perverso y morboso de las emociones de concursantes en un programa de televisión de moda en el país conduce a una reflexión ética y de la violencia intrafamiliar y sexual de los boyacenses. Inmersos entre altercados y rivalidades el rating crece pero el país empobrece en valores, pues la asunción de una ética orientada al éxito, no importa el medio a través del cual se alcance, impone su lógica.  

Preocupados de las rabietas de un personaje del reality, muchos boyacenses pierden el horizonte de los problemas públicos que debemos asumir como sociedad y dentro de ellos la violencia en los hogares, que aunque disminuye lentamente, no dejan de ser un reto para el futuro. En el año 2011, de acuerdo al instituto de medicina Legal, la violencia intrafamiliar solo disminuyó en 52 casos en relación con el 2010; siendo preocupante la violencia entre parejas que alcanzó la cifra de 2.503 casos, convirtiéndose en el séptimo departamento en frecuencia. Embrujados por lo que ocurre en la casa estudio olvidamos el infierno que viven cientos de hogares boyacenses. 

En medio de agresiones y la intriga que rodea el reality, fabricadas y bien explotadas comercialmente, relegamos la reflexión acerca de los 758 casos de violencia contra niños y niñas registrados en el 2011, la cual nos ubica en el quinto departamento con mayor registro. Quizá embelesados en el abuso mediática de la intimidad, omitamos que en Boyacá en el 2011 se presentaron 586 casos de exámenes medico-legales por presunto delito sexual, 16 más que en el 2010. De estos en el 81.95% de los casos las víctimas fueron mujeres, el 75.37% las afectadas son menores de 14 años y el 50% de los agresores fueron los propios familiares.  Mientras el país sufre y se apasiona por un reality, en ocasiones por exorcizar su propia realidad, el departamento olvida los violentados, especialmente mujeres, niños y niñas.

POR JACINTO PINEDA JIMÉNEZ, DOCENTE ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA ESAP BOYACÁ CASANARE.  

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