LA REFORMA DEL ESTADO DE
SANTOS
La reforma al Estado
emprendida por el presidente Santos se caracteriza por la consolidación de
instituciones especializadas. En este sentido escindió varios ministerios,
fusionados por su antecesor Uribe, como salud y trabajo, interior y justicia,
vivienda y ambiente. De igual manera creó agencias para atender asuntos que
revestían un alto nivel jerárquico, como la defensa jurídica e instituciones
con el objeto de asumir nuevas dinámicas de un escenario público cambiante,
tales como los organismos creados para atender los temas ambientales, de
desarrollo y sociales. La histórica lógica de reformar para ahorrar es superada
bajo el nuevo diseño; la concepción de un Estado mínimo va dando paso a un
Estado necesario pero eficiente, pilar de una política de buen gobierno.
Algunas críticas al modelo
surgen de los tibios cambios a un Estado que requiere grandes cirugías para
emprender tareas de fondo como la lucha contra la apropiación privada por parte
partidos políticos y grupos de presión de la administración pública, sin lugar
a dudas expresados en el tráfico de influencias y la corrupción. Desde luego debe reconocerse que el actual
gobierno, por convicción o por presión internacional, ha asumido la tarea
aplazada de la precarización laboral dentro del Estado, bajo la batuta del ministerio
del trabajo. La tercerización, por ejemplo a través de las cooperativas, de las
áreas misionales; la creciente nómina paralela, funcional en ocasiones al
clientelismo y el lento proceso para proveer los empleos bajo concurso de
méritos, son factores evidentes del largo camino por recorrer. La búsqueda del
buen gobierno tiene buenas intenciones y desde luego hay avances que deben
aplaudirse para este periodo; sin embargo aún falta la voluntad real para
superar las viejas prácticas ancladas en la Administración pública que
posibiliten construir un Estado promotor de soluciones a los problemas de los
ciudadanos.
Por: Jacinto Pineda Jiménez,
docente Escuela Superior de Administración Pública, Territorial Boyacá –
Casanare
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