sábado, 16 de agosto de 2014

LA SUPERACIÓN ONTOLÓGICA ENTRE SER HUMANO Y NATURALEZA

LA SUPERACIÓN ONTOLÓGICA ENTRE SER HUMANO Y NATURALEZA
Presentación del libro  “ciudad y organización espacial


Por: Jacinto Pineda Jiménez

Una constante recorre a los diferentes trabajos acuciosamente elaborados por investigadores de las Universidades e Instituciones participantes en el primer simposio Mexicano- Colombiano de investigación geográfica: la superación ontológica entre ser humano y naturaleza. Dicotomía que llevó a las ciencias sociales a disputas disciplinares compartimentadas; donde anclados en nuestros feudos convertidos en trincheras, reclamamos victorias en grandes batallas que resultaron ser simples escaramuzas; mientras nuestro objeto de estudio clamaba respuesta ante el azaroso discurrir de los hechos.

En un constante trasegar entre surgir, morir y resurgir de paradigmas la geografía, historia, antropología, sociología van transitando desde las posturas tradicionales que concibieron el territorio como unidad fija y absoluta del espacio soberano, o la geografía cuantitativa que convirtió la ciudad  en un plano euclidiano, donde predomina la importancia de las frecuencias estadísticas haciendo que las personas se conviertan en anónimos dentro de las cifras y una geografía humana sin hombres a los debates recientes que ofrecen una alternativa de interpretación diferente a ese pensamiento fragmentado, unilateral, que privilegia los aspectos del mercado y desde donde media un modelo determinado. En este sentido hoy la ciudad es considerada como una realidad compleja y diversa. Atendiendo al concepto de Castoriadis, de la ciudad como un magma, ésta (la ciudad) obedece a una lógica basada en la inderterminidad o posición permanente de nuevas determinaciones. Esta comprensión esta dirigida siempre al desafío de crear un pensamiento complejo que sea capaz de dar cuenta, de hacer pensar una dimensión creadora o poiética, de ruptura y surgimiento de lo nuevo, a nivel físico, del ser, y de lo histórico-social, análisis en el cual la imaginación radical y la autonomía ocupan un lugar decisivo, es decir la ciudad se escapa a una mirada de organización racional.

El libro nos sumerge en el incesante debate sobre la ciudad que desde la geografía abre caminos a la comprensión de ésta en Latinoamérica. Fenómenos como el proceso de urbanización, global e irreversible, pero con connotaciones particulares en México y Colombia, son estudiados con novedosas interpretaciones. En América Latina actualmente 3 de cada 4 personas viven en ciudades;  en un  crecimiento urbano caracterizado por la exclusión social, propia de nuestros modelos de desarrollo, donde las condiciones de pobreza, desigualdad y violencia han incidido en la naturaleza espacial de las ciudades.

De igual manera los Estados se ha caracterizado por la imprevisión en la  planificación y su  falta de intervención, que han propiciado graves problemas de ordenamiento físico y socioespacial, en los centros urbanos, como: segregación, hacinamiento, mala calidad de las viviendas, deficiencia en la prestación de los servicios públicos domiciliarios, entre otros.

Estos problemas se despliegan en los distintos trabajos; por ejemplo Lourdes castillo Villanueva, con su artículo “Crecimiento Espacial de la ciudad de Chetumal” inserta las dinámicas de crecimiento espacial, como la expresión física del crecimiento poblacional en torno a su proceso de urbanización y de expansión evaluando los indicadores de calidad de vida, derivando así de las tendencias en estos factores que presenta América latina y su dinámica.

Destaco también la aproximación que hace David Velásquez  sobre “geografía, ciudades y autopoiesís”, concepto que genera un nuevo significado de la geografía de las ciudades, dándole así un enfoque hacia una sociedad sistematizada “una sociedad de la información”, donde se conciben nuevos espacios en torno a las ciudades centrales y  sus periferias que están determinadas por las dinámicas sociales, políticas y económicas, es decir humanas.

En cuanto a la “agrópolis” de Alberto Mendoza morales, constituye un concepto de integración por ende, una armonía entre el campo y la ciudad, una propuesta diseñada para la región andina Colombiana.  Los análisis de Angel Masiris sobre el  ordenamiento territorial en torno a su importancia política y sus perspectivas en un mundo globalizado, pues de este depende la planificación del mismo.  En general resaltamos los aportes hechos por el profesor Franz Gutierrez, Justo Rojas López, Oscar Frausto, Thomas Ihl, Teresa Perdigón y Geiser Chale.; Mariela Yeladaqui, Ligia sierra Sosa, Bonnie Campos Cámara y a Manuela Laguna Coral.

Debemos continuar asumiendo los retos de nuestras cambiantes realidades, donde las reflexiones nos lleven a unas ciencias sociales en las cuales el lenguaje  objetivizado de expertos y científicos se pueda traducir a un lenguaje común accesible a todo el mundo. No podemos caer en un escenario de expertos donde la producción académica es presentada como una perspectiva objetiva con la cual nadie puede discutir realmente y que, al mismo tiempo, es intraducible a nuestra experiencia común.

Finalmente no somos extraños a la generalizada pérdida de confianza sobre el futuro; desde las ciencias sociales en muchas ocasiones caemos en un escenario de pesimismo cuando por el contrario estamos llamados a canalizar, a partir de los sueños y utopías,  un mejor futuro. La paz, justicia social y la educación deberán, éticamente y científicamente determinar el norte, porque finalmente estamos llamados a contribuir a los sueños de una América Latina posible y diferente. Es decir reclamamos una ciencia con conciencia, una humanización de la ciencia donde “otro mundo es posible”

Gracias a todos aquellos que contribuyeron a la publicación de este libro, a los  investigadores de instituciones como la universidad de Quintana Roo, la universidad pedagógica y tecnológica de Colombia, la sociedad geográfica de Colombia, el instituto de geografía de la Universidad Autónoma de México  y la facultad de estudios regionales de la Universidad de Varsovia; a los compiladores, David y Lurdes,  de igual forma a quienes en la sombra anónimamente posibilitaron tener en nuestras manos este libro que se ha de convertir en derrotero y reflexión para la geografía y las ciencias sociales.  


A Ustedes Muchas Gracias 

lunes, 21 de julio de 2014

 BOYACÁ  EMPOBRECE
A la luz de las estadísticas hoy somos un departamento más pobre y desigual en comparación con el año 2012
POR JACINTO PINEDA JIMÉNEZ,
 Coordinador académico Territorial ESAP Boyacá Casanare.

47.095 boyacense durante el año 2.013 ingresaron a la difícil condición de pobres, mientras 34.367 se sumaron a la lista de quienes hacen parte de la indignante situación de extrema pobreza. En contraste en el país contamos con 820.000 pobres menos y 556.000 colombianos salieron de la condición de extrema pobreza. Para completar este panorama sombrío en el departamento el coeficiente GINI, que mide la desigualdad en el ingreso, aumentó al pasar de 0,532 en el año 2012 a 0.533 es decir, creció 0,001 puntos. A la luz de las estadísticas hoy somos un departamento más pobre y desigual en comparación con el año 2012.

Para el año 2013 el ingreso per cápita promedio en el departamento de Boyacá fue de $391.566. Esto indica que una familia promedio en Boyacá compuesta por cuatro personas tiene un ingreso de $1.566.264. Con respecto al año 2012 el ingreso per cápita tuvo una disminución de 4,2%, es decir nuestros ingresos cayeron por persona en 17.095 pesos. Una familia boyacense tiene un ingreso promedio mensual de $1.566.264, una bogotana $3.819.924 y una colombiana recibe $2.150.880, lo anterior refleja las grandes brechas, disparidades y desigualdades que caracterizan el desarrollo de Colombia.  

Un hogar boyacense, compuesto por 4 personas, es calificado como pobre si su ingreso está por debajo de $748.092. 500.232 boyacenses están en condición de pobreza, es decir per cápita tiene ingresos inferiores a $187.023. Para ser calificado en extrema pobreza, un hogar boyacense debe tener ingresos inferiores a $351.276, lo cual significa que 174.381 boyacenses, per-cápita, tienen ingresos inferiores a $87.819. Los datos son números pero cada uno de ellos representan seres humanos que claman intervención del Estado y la sociedad para superar la indignidad la que viven.

Ahora frente a la evolución de la pobreza del periodo 2002 al 2013 podemos concluir que en este último año la tendencia se reversó. En 2013 el porcentaje de personas en situación de pobreza para el departamento de Boyacá fue 39,3%, mientras que en 2012 fue 35,6%, presentó un aumento de 3,7 puntos porcentuales. Ese terreno que habíamos acumulado en la lucha contra la pobreza desde el año 2002 hasta el 2012, que nos permitió una reducción de 31,6 puntos porcentuales, lo que nos significó ser ejemplo en Colombia, en el año 2013 sufre un grave tropiezo pues volvió a incrementarse el flagelo. (Ver gráfico 1).

 Gráfico 1.  

La evolución de la pobreza extrema es la del descenso más significativo durante el periodo 2002-2012, pues la reducción alcanzó 28.2 puntos porcentuales, un esfuerzo que supera el colombiano. En 2013 el porcentaje de personas en situación de pobreza extrema para el departamento de Boyacá fue 13,7%, mientras que en el 2012 fue de 11,0%, presentó un aumento de 2,7 puntos porcentuales. (Ver gráfico 2)

Gráfico.2

Frente a la desigualdad del ingreso, medida por el coeficiente GINI, la situación para el departamento, como para el país, no es tan halagüeña. La evolución es irregular pero con tendencia a la baja en el periodo de 2002- 2013. En 2013, el GINI registró un valor de 0,533, mientras que en 2012 fue de 0,532, es decir, aumentó en 0,001 puntos. El coeficiente mencionado en Colombia para el año 2013 fue de 0.539, lo que significa que somos menos desiguales al promedio del país. Una sociedad con coeficiente (1) es de extrema desigualdad y (0) todos son iguales.  Ver Gráfica 3

Gráfica 3

Ahora los objetivos del milenio (ODM) de no revertir esta tendencia sin lugar a dudas será muy difícil alcanzarlos. La pobreza, según los compromisos de los objetivos del milenio para el 2015, debe ser de 28.5% y hoy es de 39.3%, significa que distamos de 10.3 puntos porcentuales; de igual forma la pobreza extrema para el 2015 debe estar en el 8.8%, es decir estamos a 4.9 puntos porcentuales.

4 departamentos de los 24 en la medición, se incrementó la pobreza y extrema pobreza y hacemos parte de ellos. Una seria reflexión debemos hacernos como departamento, las causas pasan por la crisis del sector agropecuario pero también, en ocasiones, por una administración pública indolente ante la indignidad en la que viven sus habitantes. Requerimos tanta capacidad institucional para transformar recursos públicos en desarrollo como solidaridad, conciencia ética en lo público y responsabilidad social del sector privado. Un convite contra la pobreza y la desigualdad debe ser el gran propósito.


sábado, 12 de abril de 2014

CASANARE: LAS SEQUIAS QUE AHOGAN

POR: JACINTO PINEDA JIMÉNEZ, Coordinador Académico Territorial, ESAP Boyacá- Casanare

Los desastres naturales son fenómenos predominantemente humanos y sociales, es decir ni son tan naturales, ni sobrenaturales, como algunos lo afirman. Es la actividad humana la que ha construido y potencializado esta histórica  vulnerabilidad ante los desastres naturales sembrada sobre la prédica de una concepción economicista que nos ha llevado a la destrucción de los ecosistemas bajo la lógica de la producción. En Colombia buena parte de las decisiones públicas han estado marcadas por la expansión de la frontera agrícola, la priorización de la explotación de los recursos naturales y la urbanización desorganizada que se asentó sobre suelos de protección, como humedales, rondas de los ríos, etc.

Por ejemplo, los siglos XIX y XX se caracterizaron por las políticas de desecación de los humedales, lagos y lagunas con la idea de insertar estos suelos a actividades agropecuarias. Basta recordar el caso de la laguna de Fúquene la cual fue sometida desde 1822 a un proceso de desecación orientado por el propio Estado. Todos los esfuerzos se concentraron en optimizar los sistemas de drenaje  y de esta manera ampliar la frontera agrícola. Igual suerte corrieron otros sistemas lagunares y ecosistemas que hoy nos ubican como el segundo país en el mundo con mayor número de conflictos ambientales y el primero en el continente americano, tal como lo señala un informe de una importante ONG, a nivel mundial http://www.ejatlas.org/country/colombia

Las imágenes de un Casanare en sequia solo puede ser el vaticinio de la suerte que correremos sino variamos el rumbo. Los cambios climáticos, caracterizados por la ocurrencia de sequias y lluvias extremas, golpean con mayor rigor los ambientes naturales frágiles que edificamos. La convergencia de riesgo y vulnerabilidad agudizan el impacto, es decir confluyen en un sitio determinado fenómenos forjados  por la actividad humana que generan un cambio en el medio ambiente y la imposibilidad de una población (humana y/o animal y/o vegetal)  para “absorber” los efectos de estos cambios. Por ello el desastre ecológica del Casanare, donde se calcula la muerte de 20.000 chigüiros y otras especies  de la fauna.

Para Boyacá el panorama es sombrío, como ya lo advirtió el programa de las naciones unidades para el desarrollo (PNUD), en reciente estudio acerca del cumplimiento de los Objetivos del Milenio (ODM), los cambios climáticos tendrán un mayor efecto negativo sobre el sector agropecuario, una de las actividades principales para el departamento. La población rural por su vulnerabilidad está en el mayor riesgo de verse afectado social y económicamente a raíz de las sequias y/o inundaciones.

Hay que prepararnos para lo irremediable, las evidencias científicas así lo demuestran, pues el incremento de la temperatura, desencadenará una disminución ostensible del agua superficial, pérdida de bosques y erosión de los suelos; esto ocasionará que la agricultura y la ganadería no logren buenos niveles de productividad, y que durante las temporadas invernales las crecidas e inundaciones sean muy severas, afirma el PNUD.


Lo anterior recrudecido por la indebida explotación minera y prácticas que afectan los sistemas ambientales, como el cultivo de papa en zonas de páramo. El espejo del Casanare debe llamar a la conciencia colectiva sobre los efectos negativos de políticas públicas y prácticas particulares caracterizadas por un afán desaforado por lo económico. Pueblos mineros inmersos en oleadas pasajeras de riqueza que dejan en nuestras gentes violencia, pobreza, daños ecológicos irreparables y una economía ficticia que al final no logra insertar los municipios al desarrollo regional y nacional. Esta es la suerte que corremos si no cambiamos el rumbo. 

jueves, 3 de abril de 2014

¿Y PORQUE TANTA CRUELDAD Y SEVICIA CONTRA LA MUJER?

Desconcertados ante el ataque de ácido a mujeres, que cada vez con mayor frecuencia se presentan, solo atinamos a expresar nuestra rabia con un asombroso y a la vez sosegada pregunta ¿porque nosotros? El interrogante conduce a lo que somos y a lo que como sociedad hemos construido. 


Somos una sociedad con patrones culturales basados en la supremacía del hombre que conduce a generar escenarios donde los agresores legitiman sus acciones sobre concepciones de pertenencia, dominio y control hacia la mujer. Se erigen como orientadores de la voluntad de la mujer “per se”, y desde allí las más ignominiosa de las causas se vuelve justa. Por ello es muy fácil caer en la simplista explicación del motivo pasional. Como afirman los psicólogos, el amor obsesivo y el miedo caminan de la mano. Entonces la sensación de miedo a ser abandonado, miedo a ser excluido, miedo a perder lo amado, se apoderan de los seres humanos. El problema surge porque esta situación desencadena, en ocasiones, en la violencia manifestada a través de los hechos que hoy lamenta Colombia. 

Pero en el trasfondo hay una red de relaciones de violencia que se anidan en la familia y en la sociedad, y que sin justificar, explican estos hechos. La familia, el escenario de socialización por excelencia en Colombia es el lugar donde germina la violencia. Hacemos del hogar el campo de batalla, de la discordia y el medio a través del cual nuestros niños y jóvenes transitan los primeros pasos hacia la violencia. Por ello urge un esfuerzo interinstitucional para forjar familias constructoras de la paz y la tolerancia y no de la brutalidad, como ocurre hoy. Las cifras de violencia intrafamiliar, caso Boyacá, no dan tregua en su crecimiento y hoy somos el cuarto departamento en violencia de este género.

Que decir de una sociedad con una presencia recurrente del feminicidio, que arrastra y obliga a mujeres al campo de batalla y allí son objeto de la degradación; o de la violencia urbana, organizada y en general de todas manifestaciones donde la mujer se convierte en instrumento, su cuerpo en espacio de violaciones y su dignidad en silencio. Esa es la sociedad que construimos, entonces ¿porque tanto asombro pasivo y no pasar a una ira activa?

POR: JACINTO PINEDA JIMÉNEZ, COORDINADOR ACADÉMICO TERRITORIAL, ESAP BOYACÁ CASANARE